Ternera Gallega cumple 30 años

La Indicación Geográfica Protegida celebra su trigésimo aniversario desde el próximo 17 de noviembre, fecha en la que se conmemora la aprobación de su primer Reglamento, cuando se reconocía la Denominación “Producto Gallego de Calidad – Ternera Gallega”. En este documento se recogían las condiciones necesarias para obtener el distintivo y garantizar al consumidor la compra de carne de vacuno producida en Galicia. Unos meses antes, en septiembre de 1989, la Consellería de Agricultura reconocía esta nueva Denominación y se nombraban los miembros de su Órgano Rector, encargado de poner en marcha Ternera Gallega, con Maximino Viaño como su impulsor y primer presidente.

El Reglamento original ya establecía las bases de lo que años más tarde se convertiría en un sello IGP. Recogía como requisito imprescindible que las carnes que optasen a la mención “Producto Gallego de Calidad - Ternera Gallega” debían proceder de animales nacidos, criados y sacrificados en Galicia. También determinaba, ya en aquel entonces, las razas admitidas y especificaba que las explotaciones debían seguir las normas tradicionales de aprovechamiento de los recursos forrajeros y de los pastos. Apostaba, además, por una alimentación basada en productos de origen vegetal y en piensos que, como en la actualidad, tenían que ser autorizados por el Órgano Rector.

En 1989 Ternera Gallega se definía como una carne tierna, de gran sabor y textura suave. Cualidades organolépticas que siguen siendo su seña de identidad.

Gran labor informativa

En sus inicios, Ternera Gallega se encontró con dificultades por la reticencia de los diferentes agentes del sector. Los ganaderos no entendían la necesidad de identificar sus animales y la industria miraba recelosa al personal externo e independiente que debía certificar las canales y colocar el sello correspondiente. Por eso, a principios de 1990 comenzó un intenso trabajo informativo para dar a conocer la nueva Denominación y las ventajas de unirse a ella. Una labor divulgativa en la que fue clave la colaboración de Extensión Agraria, cooperativas y sindicatos, además de las administraciones locales con fuerte presencia ganadera. También se apoyó en una campaña promocional en los principales periódicos gallegos para animar a los productores a inscribirse.

Durante estos primeros meses, el Órgano Rector elige el logotipo de la Denominación, la famosa T que se mantiene 30 años después como un símbolo reconocible y diferenciador de otras carnes de vacuno.

Con un trabajo riguroso, Ternera Gallega se ganó la credibilidad del sector productor y de las industrias cárnicas, además de las cadenas de distribución y, sobre todo, del consumidor, hasta ser reconocida por la Unión Europea como IGP.

Tradición ganadera

Las bases de Ternera Gallega ya habían sido cimentadas durante siglos por los ganaderos autonómicos, que basan su trabajo en el manejo tradicional y en la esmerada alimentación de sus animales. Los primeros impulsores de la Denominación, con Maximino Viaño a la cabeza, supieron ver la importancia de este buen hacer y la necesidad de ponerle nombre para diferenciar el vacuno gallego en el mercado. Un nombre que busca, tanto en aquel entonces como en la actualidad, generar valor añadido y beneficios en el sector, repercutiendo positivamente en el medio rural de Galicia.